El mundo del automóvil se encuentra en una evolución constante. El avance de la tecnología está permitiendo que los coches mejoren en cuanto a prestaciones y consumo, obteniendo modelos muy sofisticados. Sin embargo, la concienciación para la protección del medio ambiente está provocando que se inviertan más recursos y esfuerzos en conseguir una batería para una conducción más ecológica.
Los coches híbridos llevan varios años integrándose en el mercado, pero la ambición ahora está puesta en el vehículo eléctrico. Estos años se han puesto a la venta diferentes prototipos, pero aún hay margen de mejora. El que parece ser el futuro del automóvil está en pleno desarrollo.
En busca de la batería perfecta
Actualmente, la autonomía media de los coches eléctricos está entre 100 y 450 kilómetros con cada carga. Además, la devaluación de estas baterías está cifrada en unos 11 años, lo que hace que su vida útil sea bastante menor a la de un coche convencional. La diferencia real entre ambos modelos la encontramos en el precio, ya que estos vehículos cuestan hasta el doble que otro coche con prestaciones similares.
El tiempo de carga, su duración y el coste de producción son los objetivos de mejora a medio plazo. Diversas empresas se encuentran inmersas en la fabricación de una batería que sea viable para el consumidor medio. Este es uno de los motivos por los cuales algunas marcas están retrasando la venta de coches eléctricos. Además de todo esto, las reservas de níquel, cobalto y litio (materiales con los que se fabrican estas baterías) parecen no son suficientes para abastecer la producción.
Los coches híbridos son, hasta el momento, los que han conseguido el mejor equilibrio. Su sistema de ahorro energético en momentos de menor consumo con la ayuda del motor eléctrico genera un ahorro considerable. Sin embargo, el peso extra que supone llevar estas baterías y la modificación del diseño para su integración provocan que su aceptación en el mercado en muchos de los casos todavía no sea alta.
En definitiva, la batería para el coche del futuro está siendo la obsesión de las marcas. No obstante, para que este sistema pueda ver la luz con ciertas garantías, antes es necesario que se consigan unos mínimos de productividad y rentabilidad para que estos vehículos se conviertan en una opción de peso dentro del mercado.
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