Como carácter social, los automóviles suponen uno de los elementos más destacados por su utilidad y funcionamiento. Además, la industria automotriz es una de las más importantes a nivel mundial, suponiendo un elemento potente para otra índoles de empresas. Pero, ¿por qué los caballos en el coche?

Todos los coches tienen muchas ventajas para la vida diaria de los usuarios, ya que estos los utilizan para el desempeño de muchas de sus actividades diarias. Sin embargo, pocas veces reflexionamos sobre los orígenes de los mismos o el funcionamiento.

El orígen de los caballos automovilísticos

Era el siglo XVIII en Inglaterra, cuando esta se posicionaba como un referente a nivel mundial tras los avances logrados durante la Primera Revolución Industrial. En este momento, toma relevancia la figura de James Watt, un ingeniero escocés que perfeccionó la máquina de vapor. Sin embargo, en relación a nuestra temática fue también el pionero en desarrollar el término de caballos de fuerza (HP).

En torno al año 1782, y a raíz de sus inventos, quiso establecer una comparativa entre la potencia de su máquina de vapor y la fuerza de tiro de los caballos que se usaban para movilizar ciertas máquinas.

Su finalidad era clara. Pretendía demostrar al público que el uso de su máquina era más eficaz que la fortaleza de los animales. De esta manera, concluyó por medio de sus estudios que un caballo sería capaz de levantar 75kg a un metro por segundo.

Por contrario, enunciaba nuestro protagonista escocés que, con la máquina de vapor, se podrían levantar cargas de 150 kg a una velocidad de 1,82 km/hora.

En resumen, teniendo en cuenta que todo eran aproximaciones, Watt estaba llevando a cabo una genial campaña de marketing, capaz de influir directamente en la mentalidad del usuario.

El uso de los caballos de fuerza (Horsepower), en la actualidad, sigue teniendo bastante relevancia en los países de Inglaterra. De esta forma se establecen dos tipos de medidas: HP (Horsepower) y CV (Caballos de vapor).

Los caballos de vapor (CV) fueron definidos como una unidad de medida equivalente a los caballos de fuerza a raíz del establecimiento del sistema métrico decimal francés. De manera exacta, la diferencia en términos absolutos es sólo de un 1.37% mayor los CV que HP. Un conjunto de formas para medir la fuerza, que culminó con la creación del Vatio (Watio en inglés en honor a Watt) como la unidad del Sistema Internacional de Unidades para la potencia.

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